El Arte de la Construcción de Bajos

Constantemente, en nuestros videos y teleseminarios, hablamos de diferentes tipos y marcas de bajos, sus características, construcción, detalles, en fin, es un tema realmente apasionante, pero ¿cómo es el proceso de construcción de un bajo eléctrico? Justamente, en éste artículo vamos conversar sobre éste interesante tema: la construcción de instrumentos; específicamente, para nosotros los bajistas, la construcción de un bajo eléctrico.

La elaboración de un instrumento musical, como lo es el bajo, es realmente un arte que requiere detenimiento y paciencia. Aunque bien puede ser creado por la experiencia de un carpintero profesional, como lo puedes observar en uno que otro video en YouTube o en un blog de algún aficionado, llevándote incluso a asumir el reto de hacerlo por ti mismo. Pero a nivel industrial forjar un instrumento de estos es una autentica ciencia, en donde el instrumento pasa por las manos de varios profesionales antes de certificar su óptima calidad.

Para empezar hay que decir que los cuerpos, es decir, la parte inferior de estos instrumentos suelen hacerse de maderas ligeras como álamo, arce o caoba: un material flexible que permite establecer un equilibrio entre las vibraciones agudas, intermedias y graves. Se inicia cortando una tabla de madera en diferentes anchos y estas partes se cepillan para darle un grosor entre 5 y 10 centímetros. A veces ocurre que la madera húmeda tiende a combarse, por lo que estas piezas son remitidas a una sala de secado durante un tiempo aproximado de dos meses. Después de esto las piezas se unen con pegamento y abrazaderas, pero como el pegamento está hecho a base de agua es necesario volver a remitir las unidades a la sala de secado durante otros dos meses. Una vez concluido este tiempo una maquina cortadora guiada por ordenador talla con ocho brocas la forma del cuerpo y se utiliza una lija fina para igualar la superficie y una cuchilla para pulir el canto del instrumento. Ya en este determinado punto, las piezas de metal que unen esta sección con el mástil han sido insertadas. El siguiente proceso será llevar este cuerpo a una impresora de serigrafía donde se estampará el nombre y luego se aplicarán veintidós capas de barniz y laca, lo que otorga un atractivo acabado a la madera aparte de protegerla.

Paralelamente se va trabajando con el mástil. Para esto, se corta diagonalmente en dos la madera utilizando una sierra de diamante. La idea es juntar estas dos partes por su lado opuesto, una inversión que permite al mástil adquirir más fuerza y soportar así la tensión de las cuerdas del bajo. Entonces, una maquina dirigida por computador, establece un surco en el medio de la madera y es allí donde se instalará una barra de aluminio llamada alma. La utilidad de esta barra es de gran ayuda cuando el mástil se dobla por la presión de las cuerdas y para ajustarlo se emplea el extremo saliente del alma.

Una vez completado esto, se coloca la tabla del diapasón encima de la madera, llevándose este ensamblaje a una prensa de vacío que se encargará de eliminar el aire y compactar todos los elementos en una unidad solida. Otra máquina de tallado, que sigue instrucciones por parte de un ordenador, utiliza sus doce cabezas para otorgarle la forma adecuada antes de que una sierra de veintidós hojas trace simultáneamente los espacios correspondientes a las veintidós varillas de los trastes. Más adelante se utilizará un aceite mineral especial para evitar que la madera que existe entre estas divisiones no se seque demasiado ni se agriete.
Para lograr que las notas del bajo estén bien ajustadas se deben nivelar los trastes de modo que el instrumento no genere zumbidos y para esto se tintura con un rotulador cada una de las pequeñas varillas. Cuando se pasa una lija sobre estas varillas esta tintura desaparece dejando en evidencia que cada uno de los trastes está en perfecto equilibrio. Sin embargo queda pendiente aun enderezar el mástil y para ello se usa un calibrador que mide la curvatura. La persona a cargo de esta tarea simplemente tiene que ir modulando la presión que se ejerce en el mástil hasta fijarse que la aguja del calibrador este en cero. Una vez concluido esto, se pueden instalar las clavijas en la cabeza del mástil. La pieza de hueso o plástico que se coloca al inicio del diapasón se crea teniendo en cuenta otro calibrador que permite conocer con precisión la longitud exacta en milímetros con la que deben estar separadas las cuerdas.

Ahora bien, una vez completada la fase estética se pasa a la optimización electrónica. Para que uno de estos instrumentos funcione, existe para cada cuerda una pastilla conformada por un pequeño imán y una bovina que funcionan como un pequeño micrófono. Dicho micrófono recoge el sonido de las cuerdas y lo transmite a un amplificador que a su vez es enviado a un altavoz. Así que en esta fase primero se ajustan los potencio-metros para el volumen y el tono de las pastillas (pequeños micrófonos). Este conjunto de pastillas se coloca en la zona inferior del cuerpo del instrumento, exactamente en lo que se considera el puente y para ello es necesario utilizar pequeños tornillos. Otro elemento clave que se adiciona a la parte trasera es el trémulo: una serie de muelles de metal que al ser activados por una palanca modulan la tensión de las cuerdas. Por último se ajusta un conector en donde va el cable del amplificador. El resto del trabajo consiste en la afinación para finalmente ser entregado al intérprete.