Es uno de los bajistas más discretos, sin embargo uno de los más icónicos de la historia de la música. Sí, estamos hablando del maestro Abraham Laboriel. Su cuerpo macizo y su forma única de disfrutar la música delatan los sentimientos de un artista que ha sacado provecho total de su pasión por la música.

Este artículo se quedará corto para describir la carrera de un grande como Laboriel; y es que su talento y su carisma son tan indiscutibles que  le han permitido ser partícipe en la producción de más de 5.000 grabaciones (una cifra única en el mundo) ofreciendo sus servicios a grandes artistas: desde Herbie Hancock, Stevie Wonder y Ella Fitzgerald, hasta al propio Michael Jackson y Quincy Jones, han tenido el privilegio de contar con este músico élite en sus producciones.

Ha participado en conocidas bandas sonoras de películas y series como: El color púrpura, Terms of Endearment y  la conocida serie de los 90s, Alf.

Su labor como artista es constante: hoy, a sus 69 años, este hombre de nacionalidad mexicana, sigue prestando sus servicios de tiempo completo, tanto así que ni siquiera le queda mucho tiempo para sus proyectos personales. En un solo día puede estar grabando canciones de jazz contemporáneo para más tarde pasar por un pop suave y culminar con otros géneros, como el soul o folk.

Como bajista, afirma que ha participado en tantas grabaciones que cuando vuelve a reproducir las canciones tiene que preguntarle a su hijo si realmente es él quien ofreció dicho aporte. En ese sentido Abraham Laboriel cumple con todas las condiciones para ser un bajista completamente versátil, capaz de adaptarse a cualquier tipo de música, pues la lleva en la sangre.

Un accidente para toda la vida

Pero su carrera musical  no inició en un camino tan fácil como en el caso de  muchos otros artistas. Siendo tan solo un niño de cuatro años, una lavadora encendida se hizo cargo de cortarle la yema del dedo índice de su mano izquierda.

Cada vez que recuerda aquel momento, Abraham  revienta a carcajadas mientras confiesa lo muy travieso que era en ese entonces y su fascinación por  la banda de hule que accionaba el motor, “Hasta que ella me arrastró hasta las aspas”.

Muchos desconocen esta historia, de la que tuvo que sobreponerse para seguir con su carrera, pese a que hubo un momento en su vida en que la frustración lo hizo desistir; sin embargo, su vocación volvió a persuadirlo a  continuar.

A los seis años, tras aquel accidente, su padre, de ascendencia garífuna, le regaló una guitarra, y le  enseñó a tocarla con los únicos tres dedos buenos que tenía. Esto supuso un problema cuando intentó avanzar en los acordes más complejos.

Más allá de sus limitaciones

Entonces la frustración se apoderó de él durante dos años. Mientras tanto, su hermano Johnny disfrutaba de su pasión por la música, con la banda Los Rebeldes del Rock. Su éxito era tal que las casas disqueras le enviaban gran cantidad de discos para que eligiera canciones a fin de traducirlas. Una buena parte de esos discos fue a caer a manos de Abraham, quien volvió a experimentar un despertar en la música.

Su vocación como bajista aparecería por el año  1968, a sus 21 años, cuando ingresó al Berklee College of Music, en Boston, Estados Unidos.

Un bajista discreto pero exitoso

Tocar el bajo favorecía la limitante de sus dedos: era preferible tocar un instrumento de apenas cuatro cuerdas. Años más tarde, la misma Berklee College of Music le otorgaría un Honoris Causa en reconocimiento a su amplio trabajo y desempeño profesional con el bajo.

Mientras tanto, en la década de los setenta, Abraham tenía contacto con artistas como Johnny Matthis y Henry Mancini. Con el primero estuvo en gira durante más de cuatro años, mientras que,  para el segundo, Abraham se convirtió en una ficha esencial; tanto así que Mancini lo persuadió a trabajar como solista dentro de su orquesta, Symphonic Soul. Inició entonces su trabajo como colaborador que  se prolongó por décadas.

Además de su excelencia musical, Laboriel es reconocido por su calidad humana y por la radicalidad de la fe  que profesa: este gran bajista asegura que «la música es un regalo de Dios y es un concepto que le pertenece a Dios». Precisamente, su contribución a la música ¨gospel¨ no pasa desapercibida: se ha  convertido en un bajista ícono de este género, en el que ha participado en grandes proyectos, con músicos de la talla de Ron Kenoly, Don Moen y Marcos Vidal. Por otra parte, ha realizado importantes proyectos personales, orientados más hacia el género del jazz, como la banda Koinonía, la cual fundó junto al saxofonista Justo Almario y al percusionista Alex Acuña, grandes músicos con quienes  también participó en las grabaciones de Ron Kenoly.

En el año 2014 Laboriel recibió el reconocimiento “Lifetime Achievement Award”, que entrega la revista Bass Player en el evento anual del Bass Player Live, donde reconocieron la enorme y prestigiosa carrera de este bajista que resulta una inspiración para todos nosotros por su calidad humana, su ejemplo de superación y, por supuesto, por su extraordinario talento musical.

Actualmente Abraham vive en Los Ángeles, en compañía de su esposa. Sigue disfrutando del arte de tocar el bajo, pues continúa siendo un intérprete muy solicitado en el medio, lo cual él agradece profundamente y con mucha humildad. Su carrera musical es considerada como la más prolífera de la historia.

Abraham Laboriel En Vivo: «Lifetime Achievement Award Bass Player LIVE! 2014»